giovedì 9 luglio 2009

Hoy, una Historia. “La Luz en el Bosque”.


Ha sentido la necesidad de sentarse, tranquilo, paciente, a escuchar al silencio. Para pensar, para recordar y traerse de su ayer aquellas sensaciones que merecen ser rescatadas del tiempo pasado. Sentado se ha puesto a escribir. Ha intentado ver la luz en el bosque. Solo su música, quiebra la caza al vuelo de partes de sus líneas de memoria. Tantos momentos compartidos, tanto sentir. Y otras tantas confesiones no hechas.
Guardaron para ellos, pensamientos, formas de obrar y algún sentimiento. Quizás por miedo o porque todos necesitamos tener nuestros secretos.
Se conocieron hace algunos años. Pronto podrán decir que han compartido una década de sus vidas. Juntos dejaron la niñez y se convirtieron en adolescentes, en jóvenes inquietos, hoy ya serán un hombre y una mujer.
El cabello rubio llego a su colegio. Había marchado, había dejado atrás el miedo. Aunque las personas como ella nunca escapan, siempre buscan nuevos retos y un hilo de felicidad.
Pronto se convirtió en alguien muy especial, su compañía, sus consejos. Siempre fue distinta del resto.
Una amiga abrió las puertas de sus interiores. Aquel viaje, la inocencia. Juntos lloraron, saltaron, aunque también hubo intolerancia.
Después, aquel verano. Una larga calina que en ocasiones parece no haber llegado a su fin. Sus sentimientos crecieron y se enraizaron en su interior. Y a veces, él cree que aún se siguen extendiendo.
Pero sobre todo aquel día, La confusión logro destrozarle. Él, entendió que podría prescindir de muchas historias, pero nunca podría permitirse perderla. Por ello se aferro a la amistad, igual que también hizo ella.
Y Sofía. Callada, sería, inmutable. Quien parecía hacerles la vida imposible, cambio sus días. Dejo la apariencia y saco ante ellos lo mejor de sus vidas.
El tiempo, bronco y sin perdón paso y dejo huella, en especial para ella. Es su silencio…
De ese tiempo, él, rescato las horas compartidas, su egoísmo y una petición de perdón. Nunca más volvería a hacerlo.
Y dos imágenes. La una, un sueño, dormida en el mecer de la noche, disfruto de su paz. La otra, las siempre lagrimas de la memoria.
Pasaron los meses, los días, las horas. Se separaron. Él sintiéndose solo. Ella enamorándose de la triste ciudad. Se visitaron. Siempre hubo algo que les atraía fugazmente. Y en la visita otra vez aquellas sensaciones. Escribiendo emborrachado de nuevo la vio dormir y vio sus ojos brillar.
Pero aquel no fue un viaje cualquiera, fue el principio del fin. Si es que ese fin algún día le llega. La inercia del movimiento empujo a su pasado y dejo andar al presente.
Un presente con luz, con calor. Donde las llamas de unos candelabros, le hacen sentir bien. Y hasta él se cree capaz de escribir aquello que tanto sintió, que siente. De coger un bolígrafo encontrado en un rastrillo y con el trazar la media luna con la que ella hizo un llavero.
Dejando paso a la noche. No a una de tantas, sino a aquella, en la que los duendes le dejaron besar sus labios.
Olvidándose del ayer y del mañana y perdiendo los días.

Un abrazo.